CREO, SI, CREO QUE UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE. Vangelis - The parting

martes, 8 de marzo de 2011

8 de Marzo de Fausto Vonbonek


Woman- John Lennon

Derivada de la estupidez, la barbarie del hombre confina al carácter de blando el sentido que integra el vocablo hacia ellas. Sin pedir su opinión se ha sumido al concepto de ‘esponja’ el espacio femíneo. Desde su oscurantismo, el perfume ha sufrido y aún sufre el hedor de la inopia. La palabra mujer tiene origen latín y obviamente padece de inepcias machistas ya absurdas para estos umbrales. En detrimento de ellas, los hombres eligen ‘mulier’, que proviene a su vez de “molliare” y precisa lo aguado, lo flojo, lo endeble, la arcilla blandengue que adquiere su forma en las manos del hombre. De ese absurdo proviene el sentido.
Pero el mar es muy sabio, y en su oleaje que es justo también purifica el idioma. Es menester de lo blando el fantasma del agua. Ablandar necesita de lluvia, y esta con toda premura concurre a mojar la sedienta argamasa. Porque mojar se deriva también de ‘mulier’, y las venas mojadas que son molliznar y mollizna de pronto se vuelven llovizna. Lloviznar simboliza el origen del agua en su canto más puro. Por eso el molusco (pariente también de ‘mulier’) atesora en sus fondos no solo a la antigua sirena, sino al misterio del mar transformado en substancia.
Las caracolas resguardan celosas las diosas sopranas. Tontos los hombres que olvidan que el pan necesita del agua como una semilla requiere del rayo. Porque ‘mulier’ también viene de ‘mel’, de ‘moler’ de ‘martillo’ y ‘molino’; herramientas que ablandan la roca, el acero, el tozudo diamante, el cascajo que intenta afrentarlas.
Pobre del hombre que olvide al sentarse en sillones ‘mullidos’ (que viene de blando, de suave, de terso) que es ella la flor, la humedad, la palabra mujer trascendida al rocío extraordinario que ablanda esta vida hasta hacerla habitable.


© Fausto Vonbonek

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