La violencia es contraria a la naturaleza humana. El ser humano es básicamente bueno y solidario.La violencia tan solo genera más violencia, la compasión en cambio más comprensión y amor.
¿Cuan alejados de nosotros mismos y de nuestra verdadera esencia hemos de estar para infringir daño al otro que es parte de nosotros mismos?
Teresa Delgado © 2012
El día Internacional de la no violencia se celebra el 2 de octubre, coincidiendo con el aniversario del nacimiento Mahatma Gandhi, líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía y la estrategia de la no violencia.
"La no violencia es la mayor fuerza a la disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre"
"Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar"
“No hay camino para la paz, la paz es el camino”
" Se tú mismo el cambio que quieras ver en el mundo"
Gandhi
Mohandas Karamchand Gandhi
Entre
los grandes teóricos que modificaron la configuración política e
ideológica del mundo en el siglo XX, figura este hombre de austeridad
inflexible y absoluta modestia, que se quejaba del título de Mahatma
('Gran Alma') que le había dado, contra su voluntad, el poeta
Rabindranath Tagore. En un país en que la política era sinónimo de
corrupción, Gandhi introdujo la ética en ese dominio a través de la
prédica y el ejemplo. Vivió en una pobreza sin paliativos, jamás
concedió prebendas a sus familiares, y rechazó siempre el poder
político, antes y después de la liberación de la India. Este rechazo
convirtió al líder de la no-violencia en un caso único entre los
revolucionarios de todos los tiempos.
Gandhi nunca llegó a recibir el Premio Nobel de la Paz, aunque fue nominado cinco veces entre 1937 y 1948. Décadas después, sin embargo, el Comité que administra el premio Nobel declaró la injusticia de tal omisión, que atribuyó a los sentimientos nacionalistas divididos que negaron tal premio a Gandhi.
El Gobierno de la India otorgó un premio al que denominan el Premio de la Paz de Mahatma Gandhi. Uno de los que recibió dicho premio es el dirigente sudafricano Nelson Mandela. En la India, cada 2 de octubre se celebra el día de Gandhi Jayanti y el 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No Violencia y la Paz (DENIP) en recuerdo de Gandhi.
Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en un remoto lugar de la India, en la ciudad costera de Porbandar, del distrito de Gujarat. Éste era entonces un mosaico de minúsculos principados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto sobre la vida de sus súbditos. Su padre, Karamchand Gandhi, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a la casta de los banias, mercaderes de proverbial astucia y habilidad en el comercio. Su madre, Putlibai, la cuarta esposa de su padre, tuvo una gran influencia en su niñez, cuando Gandhi aprendió a muy temprana edad a no hacer daño a ningún ser viviente, a ser vegetariano, a ayunar para purificarse y a tener tolerancia con otros credos y religiones.
A sus trece años sus padres arreglaron su matrimonio con Kasturba Makharji, quien tenía un año más que él, y con la cual tendría cuatro hijos. Su madre, procedía de la secta de los pranamis, quienes mezclaban el hinduismo con las enseñanzas del Corán. Era una mujer profundamente religiosa y austera que dividía su tiempo entre el templo y el cuidado de los suyos, amén de practicar frecuentes ayunos. En la formación espiritual de Mohandas, que sentía un ilimitado amor por sus padres, además de la adoración a la diosa Visnú que profesaba la familia, concurrieron una serie de culturas y credos amalgamados: el hindú, el musulmán, el jain. Este último tuvo especial influencia en su filosofía: los jains practicaban la no-violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino incluso con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.
Mohandas fue un adolescente silencioso, retraído y nada brillante en los estudios, que pasó sin llamar la atención por las escuelas de Rajkot. A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad llamada Kasturbai, de quien estaba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó una culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.
Como sus calificaciones no mejoraron en el instituto, la familia decidió enviarlo a Londres para seguir los cursos de abogacía del Inner Temple, cuyas exigencias eran menores que las de las universidades indias. Tenía diecinueve años y acababa de ser padre por primera vez. Antes de partir había prometido solemnemente a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, dado que su religión lo prohibía. Varias veces en su adolescencia había transgredido tal norma, impulsado por un amigo que le aconsejaba la carne para parecerse en fortaleza a los ingleses.
En Londres vivió tres años, entre 1888 y 1891, período en que se produjo uno de los hechos más determinantes de su vocación: el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a frecuentar a los teósofos, quienes lo iniciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad». También allí entró en contacto con las enseñanzas de Cristo, y durante un tiempo se sintió tan atraído por la ética cristiana que dudó entre ésta y el hinduismo. De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianismo, el islamismo y su religión natal, a través de lo que señaló como el principio unificador de todos ellos: la idea de renunciación.
En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien más tarde encontraría el guía para el perfeccionamiento de la práctica y la teoría de la no-violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales: había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.
Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada: la madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofreció un contrato para atender un caso de la empresa en Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad. Se embarcó hacia Sudáfrica en 1893 donde vivía una colonia hindú formada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despectivamente sami. Se interesó por la situación de los 150.000 compatriotas que residían allí, luchando contra las leyes que discriminaban a los hindúes en Sudáfrica mediante la resistencia pasiva y la desobediencia civil. Carecían de todo derecho, se les despreciaba y discriminaba racialmente, como pudo comprobar en carne propia el joven abogado durante algunos de sus viajes en ferrocarril. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho de sufragio a los hindúes. Decidió entonces aplazar la partida un mes para organizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años.
Amplió su estancia en este país, fundando el Partido Indio del Congreso de Natal en 1894. A través de esta organización pudo unir a la comunidad india en Sudáfrica en una fuerza política homogénea, inundando a la prensa y al gobierno con denuncias de violación de los derechos civiles de los indios y evidencias de la discriminación de los británicos en Sudáfrica.
Gandhi regresó a la India breve tiempo para llevar a su esposa e hijos a Sudáfrica. A su regreso, en enero de 1897, un grupo de hombres blancos lo atacó y trataron de lincharlo. Como clara indicación de los valores que mantendría por toda su vida, rehusó denunciar ante la justicia a sus atacantes, indicando que era uno de sus principios el no buscar ser resarcido en los tribunales por los daños perpetrados sobre su persona.
Al principio de la guerra de Sudáfrica, Gandhi consideró que los indios debían participar en dicha guerra si aspiraban legitimarse como ciudadanos con plenos derechos. De esta forma organizó cuerpos de voluntarios no combatientes que asistieran a los británicos. Sin embargo, al terminar la guerra, la situación de los indios no mejoró; de hecho continuó deteriorándose.
En 1906, el gobierno de Transvaal promulgó una ley que obligaba a todos los indios a inscribirse en un registro especial con sus huellas dactilares. Esto originó una protesta masiva en Johannesburgo donde por primera vez Gandhi adoptó la plataforma llamada satyagraha (‘apego o devoción a la verdad’) que consistía en una protesta no violenta.
Gandhi insistió en que los indios desafiaran abiertamente, pero sin violencia, la ley promulgada, sufriendo el castigo que el gobierno quisiera imponer. Este desafío duró siete años en los cuales miles de indios fueron encarcelados (incluyendo a Gandhi en varias ocasiones), azotados e incluso fusilados por protestar, rehusar registrarse, quemar sus tarjetas de registro y cualquier otra forma de protesta no violenta. Si bien el gobierno logró reprimir la protesta de los indios, la denuncia en el exterior de los métodos extremos utilizados por el gobierno de Sudáfrica finalmente obligó al general sudafricano Jan Christian Smuts a negociar una solución con Gandhi.
El
estallido de la Segunda Guerra Mundial fue el motivo de que Gandhi, una
vez más, retornara al primer plano político. Su oposición al conflicto
bélico era absoluta y no compartía la opinión de Nehru y otros líderes
del Congreso, proclives a apoyar la lucha contra el fascismo. Pero la
decisión del virrey de incorporar el subcontinente a los preparativos
bélicos de Gran Bretaña sin consultar con los políticos locales,
clarificó las aguas, provocando la dimisión en masa de los ministros
pertenecientes al Congreso. Tras la toma de Rangún por los japoneses,
Gandhi exigió la completa independencia de la India, para que el país
pudiera escoger libremente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de
agosto de 1942, lo detuvieron durante dos años en el palacio de Aga Khan
en Pune. Fue entonces cuando Gandhi sufrió dos golpes terribles en su
vida personal. Su secretaria Mahadev Desai (de 42 años) murió de un
ataque del corazón 6 días después y su esposa Kasturba murió tras 18
meses de encarcelamiento, en febrero de 1944; Gandhi sufrió seis semanas
más adelante un ataque grave de malaria. Lo liberaron antes de
finalizar la guerra, el 6 de mayo de 1944, debido a su débil estado de
salud y a la necesidad de curarse. El Raj británico no quería que él
muriera en prisión y que eso produjera odio en la nación.
Con el final de la guerra, el imperio británico dio indicaciones claras que el poder sería transferido a manos indias. Gandhi logró que liberaran a alrededor de 100.000 presos políticos, incluyendo la dirección del congreso.
El
30 de enero de 1948, cuando Gandhi se dirigía a una reunión para rezar,
fue asesinado en Birla Bhavan (Birla House) en Nueva Delhi, a los 78
años de edad por Nathuram Godse, un radical hindú aparentemente
relacionado con grupos ultra derechistas de la India, como era el
partido Hindú Hahasabha, quienes le acusaban de debilitar al nuevo
gobierno en su insistencia que le fuera pagado a Pakistán el dinero
prometido.
Godse y su co-conspirador Narayan Apte fueron juzgados y condenados a muerte. Su ejecución se realizó el 15 de noviembre de 1949. Sin embargo, el que se considera como instigador del asesinato, el presidente del partido Hahasabha, Vinayak Damodar Savarkar, quedó libre sin cargo alguno por falta de pruebas.
Una prueba de la lucha de Gandhi y su búsqueda de Dios está en sus últimas palabras antes de morir exclamó: «¡Hey, Rama!». Esto se interpreta como un signo de su espiritualidad, así como su idealismo en la búsqueda de la paz en su país. Estas palabras están escritas en el monumento erigido en su honor en Nueva Delhi.
Biografía tomada de :
http://www.mustique.com.ar/post.php/gandhi
Gandhi nunca llegó a recibir el Premio Nobel de la Paz, aunque fue nominado cinco veces entre 1937 y 1948. Décadas después, sin embargo, el Comité que administra el premio Nobel declaró la injusticia de tal omisión, que atribuyó a los sentimientos nacionalistas divididos que negaron tal premio a Gandhi.
El Gobierno de la India otorgó un premio al que denominan el Premio de la Paz de Mahatma Gandhi. Uno de los que recibió dicho premio es el dirigente sudafricano Nelson Mandela. En la India, cada 2 de octubre se celebra el día de Gandhi Jayanti y el 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No Violencia y la Paz (DENIP) en recuerdo de Gandhi.
Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en un remoto lugar de la India, en la ciudad costera de Porbandar, del distrito de Gujarat. Éste era entonces un mosaico de minúsculos principados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto sobre la vida de sus súbditos. Su padre, Karamchand Gandhi, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a la casta de los banias, mercaderes de proverbial astucia y habilidad en el comercio. Su madre, Putlibai, la cuarta esposa de su padre, tuvo una gran influencia en su niñez, cuando Gandhi aprendió a muy temprana edad a no hacer daño a ningún ser viviente, a ser vegetariano, a ayunar para purificarse y a tener tolerancia con otros credos y religiones.
A sus trece años sus padres arreglaron su matrimonio con Kasturba Makharji, quien tenía un año más que él, y con la cual tendría cuatro hijos. Su madre, procedía de la secta de los pranamis, quienes mezclaban el hinduismo con las enseñanzas del Corán. Era una mujer profundamente religiosa y austera que dividía su tiempo entre el templo y el cuidado de los suyos, amén de practicar frecuentes ayunos. En la formación espiritual de Mohandas, que sentía un ilimitado amor por sus padres, además de la adoración a la diosa Visnú que profesaba la familia, concurrieron una serie de culturas y credos amalgamados: el hindú, el musulmán, el jain. Este último tuvo especial influencia en su filosofía: los jains practicaban la no-violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino incluso con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.
Mohandas fue un adolescente silencioso, retraído y nada brillante en los estudios, que pasó sin llamar la atención por las escuelas de Rajkot. A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad llamada Kasturbai, de quien estaba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó una culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.
Como sus calificaciones no mejoraron en el instituto, la familia decidió enviarlo a Londres para seguir los cursos de abogacía del Inner Temple, cuyas exigencias eran menores que las de las universidades indias. Tenía diecinueve años y acababa de ser padre por primera vez. Antes de partir había prometido solemnemente a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, dado que su religión lo prohibía. Varias veces en su adolescencia había transgredido tal norma, impulsado por un amigo que le aconsejaba la carne para parecerse en fortaleza a los ingleses.
En Londres vivió tres años, entre 1888 y 1891, período en que se produjo uno de los hechos más determinantes de su vocación: el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a frecuentar a los teósofos, quienes lo iniciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad». También allí entró en contacto con las enseñanzas de Cristo, y durante un tiempo se sintió tan atraído por la ética cristiana que dudó entre ésta y el hinduismo. De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianismo, el islamismo y su religión natal, a través de lo que señaló como el principio unificador de todos ellos: la idea de renunciación.
En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien más tarde encontraría el guía para el perfeccionamiento de la práctica y la teoría de la no-violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales: había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.
Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada: la madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofreció un contrato para atender un caso de la empresa en Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad. Se embarcó hacia Sudáfrica en 1893 donde vivía una colonia hindú formada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despectivamente sami. Se interesó por la situación de los 150.000 compatriotas que residían allí, luchando contra las leyes que discriminaban a los hindúes en Sudáfrica mediante la resistencia pasiva y la desobediencia civil. Carecían de todo derecho, se les despreciaba y discriminaba racialmente, como pudo comprobar en carne propia el joven abogado durante algunos de sus viajes en ferrocarril. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho de sufragio a los hindúes. Decidió entonces aplazar la partida un mes para organizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años.
Amplió su estancia en este país, fundando el Partido Indio del Congreso de Natal en 1894. A través de esta organización pudo unir a la comunidad india en Sudáfrica en una fuerza política homogénea, inundando a la prensa y al gobierno con denuncias de violación de los derechos civiles de los indios y evidencias de la discriminación de los británicos en Sudáfrica.
Gandhi regresó a la India breve tiempo para llevar a su esposa e hijos a Sudáfrica. A su regreso, en enero de 1897, un grupo de hombres blancos lo atacó y trataron de lincharlo. Como clara indicación de los valores que mantendría por toda su vida, rehusó denunciar ante la justicia a sus atacantes, indicando que era uno de sus principios el no buscar ser resarcido en los tribunales por los daños perpetrados sobre su persona.
Al principio de la guerra de Sudáfrica, Gandhi consideró que los indios debían participar en dicha guerra si aspiraban legitimarse como ciudadanos con plenos derechos. De esta forma organizó cuerpos de voluntarios no combatientes que asistieran a los británicos. Sin embargo, al terminar la guerra, la situación de los indios no mejoró; de hecho continuó deteriorándose.
En 1906, el gobierno de Transvaal promulgó una ley que obligaba a todos los indios a inscribirse en un registro especial con sus huellas dactilares. Esto originó una protesta masiva en Johannesburgo donde por primera vez Gandhi adoptó la plataforma llamada satyagraha (‘apego o devoción a la verdad’) que consistía en una protesta no violenta.
Gandhi insistió en que los indios desafiaran abiertamente, pero sin violencia, la ley promulgada, sufriendo el castigo que el gobierno quisiera imponer. Este desafío duró siete años en los cuales miles de indios fueron encarcelados (incluyendo a Gandhi en varias ocasiones), azotados e incluso fusilados por protestar, rehusar registrarse, quemar sus tarjetas de registro y cualquier otra forma de protesta no violenta. Si bien el gobierno logró reprimir la protesta de los indios, la denuncia en el exterior de los métodos extremos utilizados por el gobierno de Sudáfrica finalmente obligó al general sudafricano Jan Christian Smuts a negociar una solución con Gandhi.
En
1913 la protesta contra un impuesto considerado injusto se tradujo en
una marcha a través del Transvaal, hasta Natal. Al año siguiente las
autoridades británicas dieron marcha atrás con dicho impuesto y
autorizaron a los asiáticos a residir en Natal como trabajadores libres.
La victoria parecía total, y Gandhi, que había abandonado las
vestimentas europeas en señal de protesta, partió definitivamente de
Sudáfrica con su mujer y sus hijos. A largo plazo todos los logros de la
comunidad india se perdieron y las autoridades de aquel país
endurecieron aún más su política racista, pero Sudáfrica había sido el
banco de pruebas donde Gandhi desarrolló y comprobó las tácticas que más
tarde habría de utilizar en su tierra natal.
Gandhi
llegó a la India en 1915 como un verdadero héroe, con la aureola de sus
campañas en el extranjero. Las masas de Bombay le tributaron un
caluroso recibimiento, el gobernador inglés acudió a saludarlo y el
poeta Rabindranath Tagore le dio la bienvenida en su Universidad Libre
de Santiniketan. A poco de llegar, en la ciudad de Ahmedabad fundó una
comunidad casi monástica en la que estaban prohibidas las vestimentas
extranjeras, las comidas con especias y la propiedad privada. Sus
miembros se dedicaban únicamente a dos trabajos materiales: la
agricultura, para obtener el sustento, y el tejido a mano, para
procurarse el abrigo. Aquí dio comienzo a una lucha que Gandhi habría de
sostener durante toda su vida: la batalla contra las lacras del
hinduismo y a favor de los intocables. El primer paso fue admitirlos
como miembros de la comunidad.
En
esos primeros años Gandhi abandonó toda agitación política a fin de
apoyar los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña en la Primera Guerra
Mundial, llegando incluso al reclutamiento de soldados para el ejército
inglés. Su entrada en la política india no se produjo hasta febrero de
1919, cuando la aprobación de la Ley Rowlatt, que establecía la censura y
señalaba duras penas para cualquier sospechoso de terrorismo o
sedición, le abrió los ojos acerca de las verdaderas intenciones de los
imperialistas ingleses en su país. Gandhi pasó entonces a encabezar la
oposición a la ley. Organizó una campaña de propaganda a nivel nacional
mediante la no-violencia, que comenzó con una huelga general. Ésta
pronto se extendió a todo el país y las protestas se sucedieron en las
principales ciudades, donde se registraron algunos focos de violencia
pese a la insistencia del líder en el carácter pacífico de las
manifestaciones. Cuando acudió a Delhi a apaciguar la población, Gandhi
fue detenido. Días después, el 13 de abril, el brigadier general Dyer
ordenó disparar a sus gurkas sobre la multitud reunida en el Jallianwala
Bagh de la ciudad de Amritsar. La dominación inglesa había mostrado su
verdadero rostro sanguinario y brutal: casi cuatrocientas personas
fueron asesinadas y otras miles heridas. Pero las autoridades británicas
se vieron obligadas a reconsiderar sus tácticas y la Ley Rowlatt jamás
entró en vigor.
En
los años siguientes a la masacre de Amritsar, Gandhi se convirtió en el
líder nacionalista indiscutido, alcanzando la presidencia del Congreso
Nacional Indio -partido fundado por Alan Octavius Hume en 1885-, que él
supo convertir en un instrumento efectivo en pro de la independencia. De
una agrupación de las clases medias urbanas, pasó a ser una
organización de masas enraizada en los pueblos y en el campesinado. Se
pusieron en marcha las grandes campañas de desobediencia civil, que iban
desde la negativa masiva a pagar impuestos hasta el boicot a las
autoridades. Miles de indios llenaron las cárceles y el mismo Gandhi fue
detenido en marzo de 1922. Mahatma se declaró culpable en «el Gran
Juicio», y consideró la sentencia a seis años de prisión como un honor,
con lo que la sesión terminó con una reverencia mutua entre juez y
acusado.
Cuando
salió de la cárcel -una apendicitis hizo que las autoridades coloniales
lo liberaran en 1924-, encontró que el panorama político se había
modificado en su ausencia: el Partido del Congreso se había dividido en
dos facciones y la unidad entre hindúes y musulmanes, conseguida con el
movimiento de desobediencia civil, había desaparecido. Gandhi decidió
entonces retirarse de la política, para vivir como un anacoreta, en
absoluta pobreza y buscando el silencio como fuerza regenerativa.
Retirado en su Ashram se convirtió en esos años en el jefe espiritual de
la India, en el dirigente religioso de fama internacional que muchos
occidentales en busca de la paz espiritual trataban como un gurú.
Su
retiro finalizó de manera brusca en 1927, cuando el gobierno británico
nombró una comisión encargada de la reforma de la Constitución, en la
que no participaba ningún nativo. A la cabeza de la lucha política,
Gandhi consiguió que todos los partidos del país hicieran el boicot a
dicha comisión. Poco después, la huelga de Bardoli, en apoyo a la
negativa a pagar impuestos, terminaba en un éxito total. La victoria del
movimiento animó al Congreso a declarar la independencia de la India,
el 26 de enero de 1930, y se encargó al Mahatma ya con 60 años la
dirección de la campaña de no violencia para llevar a la práctica la
resolución. Éste eligió como objetivo de la misma el monopolio de la sal
que afectaba particularmente a los pobres-, y partió de Sabartami el 12
de marzo con 79 voluntarios con rumbo a Dandi, población costera
distante 385 kilómetros. El pequeño movimiento se extendió como las olas
de un estanque hasta alcanzar toda la India: los campesinos sembraban
de ramas verdes los caminos por donde pasaría ese hombre pequeño
y semidesnudo, con un bastón de bambú, camino del mar y al frente de un
enorme ejército pacífico. El día del aniversario de la masacre de
Amritsar, Gandhi llegó a orillas del mar y cogió un puñado de sal. Desde
ese momento la desobediencia civil fue imparable: diputados y
funcionarios locales dimitieron, los prohombres locales abandonaron sus
puestos, los soldados del ejército indio se negaron a disparar sobre los
manifestantes, las mujeres se adhirieron al movimiento, mientras los
seguidores de Gandhi invadían pacíficamente las fábricas de sal.
La
campaña terminó con un pacto de compromiso entre Gandhi y el virrey de
su majestad británica, en virtud del cual se legalizaba la producción de
sal y se liberaban los cerca de 100.000 presos detenidos durante las
movilizaciones. Por otra parte, Gandhi era enviado a Londres para
participar en la conferencia que discutía los pasos a seguir para
establecer un gobierno constitucional en la India. La presencia del
Mahatma en Inglaterra, al margen de la gran acogida popular que le
dispensaron los barrios londinenses, no supuso resultados favorables
para la causa, y al regresar a su país se encontró con que Nehru y otros
líderes del Congreso se hallaban una vez más en prisión.
Varias
veces en su vida Gandhi recurrió a los ayunos como medio de presión
contra el poder, como forma de lucha espectacular y dramática para
detener la violencia o llamar la atención de las masas. La falta de
humanidad del sistema de castas, que condenaba a los parias a la
absoluta indigencia y ostracismo, hizo que Gandhi convirtiera la
abolición de la intocabilidad en una meta fundamental de sus esfuerzos. Y
desde la prisión de Yervada, donde había sido confinado nuevamente,
realizó un «ayuno hasta la muerte» en contra de la celebración de
elecciones separadas de hindúes y parias. Ello obligó a todos los
líderes políticos a acudir junto a su lecho de prisionero para firmar un
pacto con el consentimiento inglés. La labor de «pedagogía popular»
para curar a la sociedad hindú de sus llagas no terminó aquí.
Distanciado del Congreso ante la decepción que le provocaban las
maniobras de los políticos, se dedicó a visitar pueblos lejanos,
insistiendo en la educación popular, en la prohibición del alcohol, en
la liberación espiritual del hombre.
Con el final de la guerra, el imperio británico dio indicaciones claras que el poder sería transferido a manos indias. Gandhi logró que liberaran a alrededor de 100.000 presos políticos, incluyendo la dirección del congreso.
Tras
la subida al poder de los laboristas en Inglaterra, Gandhi desempeñó un
rol fundamental en las negociaciones que llevaron a la liberación. Sin
embargo, su postura opuesta a la partición del subcontinente nada pudo
contra la determinación del líder de la Liga Musulmana, Jinnah, defensor
de la separación de Pakistán. Dolido por lo que consideró una traición,
en 1946 el Mahatma vio con horror cómo los antiguos fantasmas indios
resurgían durante la celebración del Nombramiento de Nehru como primer
jefe de gobierno, que fue pretexto de violentos disturbios motivados por
la pugna entre hindúes y musulmanes.
Gandhi
se trasladó a Noakhali, donde habían comenzado los enfrentamientos, y
caminó de pueblo en pueblo, descalzo, tratando de detener las masacres
que acompañaron a la partición en Bengala, Calcuta, Bihar, Cachemira y
Delhi. Pero sus esfuerzos sólo sirvieron para acrecentar el odio que
sentían por él los fanáticos extremistas de ambos pueblos: los hindúes
atentaron contra su vida en Calcuta y los musulmanes hicieron lo propio
en Noakhali. Durante sus últimos días en Delhi llevó a cabo un ayuno
para reconciliar a las dos comunidades, lo cual afectó gravemente su
salud. Aun así, apareció de nuevo ante el público unos días antes de su
muerte.
Godse y su co-conspirador Narayan Apte fueron juzgados y condenados a muerte. Su ejecución se realizó el 15 de noviembre de 1949. Sin embargo, el que se considera como instigador del asesinato, el presidente del partido Hahasabha, Vinayak Damodar Savarkar, quedó libre sin cargo alguno por falta de pruebas.
Una prueba de la lucha de Gandhi y su búsqueda de Dios está en sus últimas palabras antes de morir exclamó: «¡Hey, Rama!». Esto se interpreta como un signo de su espiritualidad, así como su idealismo en la búsqueda de la paz en su país. Estas palabras están escritas en el monumento erigido en su honor en Nueva Delhi.
Biografía tomada de :
http://www.mustique.com.ar/post.php/gandhi
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