Qué perverso es el humo cuando pasa
cómo la vida y muerte nos concede
llega, vacila, ruge, retrocede
y se atrinchera dentro de la casa.
Cuanta persona buena se esclaviza
a la nube que anuncia ya la muerte
en la cara pintada, mala suerte
te deja sin nariz de tanta tiza.
Qué débil es el hombre, tan sumiso
jugándose la vida en las aceras
es irreconocible, ¡Si lo vieras!
y dice muy conforme: Dios lo quiso.
Yo si me rebelé del fango, adrede
y restauré mi pecho adormecido
tanto que al comprobar cómo he crecido
¡La nube se arrodilla y retrocede!
EMILIA MARCANO QUIJADA, 2012
Emilia Marcano Quijada |