No te dejes engañar por mí.
No te engañen mis apariencias.
Porque son sólo una máscara,
tal vez mil máscaras, que me da miedo quitarme,
aunque ninguna de ellas me represente.
Aparento sentirme seguro,
que todo va de maravilla, tanto dentro como fuera;
aparento ser la confianza personificada,
poseer la calma como una segunda naturaleza,
controlar la situación
y no necesitar de nadie.
Pero no me creas, te lo ruego.
Exteriormente puedo parecer tranquilo;
sin embargo, lo que ves es una máscara.
Debajo, escondido, está mi verdadero yo
en la confusión, en el miedo, en la soledad.
Pero lo escondo.
No quiero que nadie lo sepa.
me invade el pánico
ante el solo pensamiento de mostrarlo.
Por eso necesito constantemente
crear una máscara que me oculte,
una imagen pretenciosa que me proteja
de la mirada perspicaz.
Pero precisamente esa mirada es mi salvación.
Mi única salvación. Y yo lo sé.
Mas, cuando viene acompañada de la aceptación, del amor,
entonces se convierte en lo único
que puede liberarme de mí mismo,
del mecanismo de barreras que he levantado;
lo único que puede asegurarme de algo
de lo que no logro convencerme a mí mismo:
de que en verdad tengo algún valor.
Pero esto no te lo digo. No tengo valor para ello.
Temo que tu mirada no venga acompañada
de la aceptación, del amor.
Temo, quizá, que puedas cambiar de opinión sobre mí,
que no me tomes en serio
y que tu sonrisa acabe matándome.
Tengo miedo, en el fondo, de no valer nada,
y de que tú te des cuenta y me rechaces.
Entonces sigo con mi juego de pretensiones desesperadas,
con apariencia de seguridad por fuera
y con un niño tembloroso por dentro.
Exhibo mi desfile de máscaras
y dejo que mi vida se vuelva una ficción.
Te cuento todo lo que no cuenta nada
y nada de lo que en verdad es importante,
de lo que me atormenta por dentro.
Por eso, cuando descubras esta rutina,
no te dejes engañar con mis palabras:
escucha bien lo que no te digo,
lo que quisiera decir, lo que necesito decir,
pero no logro expresar.
No me gusta esconderme, te lo confieso,
me encantaría ser espontáneo, honesto y sincero,
pero tienes que ayudarme.
Por favor, tiéndeme una mano,
aunque parezca ser lo último que deseo.
Tan sólo tú puedes sacar a la luz mi vitalidad:
siempre que eres amable, atento y solícito,
siempre que tratas de comprender,
porque me quieres,
mi corazón palpita y renace.
Quiero que sepas lo importante que eres para mí
y el poder que tienes de hacer emerger la persona que soy.
Basta con que lo quieras. Te lo ruego, escúchame.
Tan sólo tú puedes derribar las barreras
tras las que me refugio,
tan sólo tú puedes quitarme la máscara,
tan sólo tú puedes liberarme de mi solitaria prisión.
¡No me ignores, por favor, no pases de largo!
Ten paciencia conmigo.
A veces parece que, cuanto más te acercas,
tanto más me rebelo contra tu presencia.
Es algo irracional, pero es así:
lucho contra lo que necesito.
¡Así es a menudo el ser humano!
Pero el amor es más fuerte que toda resistencia,
y ésta es mi esperanza.
Mi única esperanza.
Ayúdame a derribar estas barreras
con tus manos fuertes,
a la vez que delicadas,
porque un niño es siempre algo muy frágil,
¿Quién soy yo?, te preguntas.
Soy alguien a quien conoces muy bien.
Soy cada persona que encuentras.
Soy tú mismo.
Extraído del libro: RELACIÓN DE AYUDA, ACCIÓN SOCIAL Y MARGINACIÓN
Autores: José Carlos Bermejo y Ana Martínez
Editorial: Sal Terrae
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Comparto
"el tiempo", que no "mi tiempo",además de con todas aquellas
obligaciones laborales con las que cargamos todoas/os, con lo que mi
alma me pide...mi familia, aprender continuamente,escribir y contar
historias,leer sobre todo aquello que me gusta, que me inquieta y que me
hace crecer. La integración social de todos aquellos colectivos menos
favorecidos de nuestra sociedad. En este libro - RELACIÓN DE AYUDA, ACCIÓN SOCIAL Y MARGINACIÓN encontré escondidita esta joya que he querido
compartir con ustedes, hacer la relexión para uno mismo, cada uno de nosotros que formamos ese todo ente llamado sociedad, es la manera mas eficaz de obrar un cambio positivo en ella.
Un abrazo desde el alma.
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